Juan Sánchez Lebrero. Psicólogo en San Fernando.

 

La primera vez que nos enfrentamos al fallecimiento de un amigo cercano o un familiar querido vivimos sensaciones que jamás pensamos tener. De esa manera no al menos. Y aunque sabemos que forma parte del pacto que se hace al nacer y que la muerte es inevitable, a veces como persona y como psicólogo te enfrentas a situaciones realmente injustas y dramáticas.

Saber sobrellevarlo es todo un reto, no todo el mundo es capaz de hacerlo de manera sana, aunque nuestra mente nos de las herramientas necesarias para poderlo hacer así. El proceso de duelo es esa protección que utiliza el cerebro, aislándolo del shock al que se enfrenta y dando tiempo a la mente para recuperarse. Contiene distintas fases, pero nadie pasa por ellas de la misma manera, en el mismo orden ni durante el mismo tiempo. Cada duelo es distinto, pero sólo el buen duelo asegura que los síntomas depresivos normales no se acaben convirtiendo en un problema mayor. En un mal duelo, será inevitable la ayuda externa para poder salir del bache.

¿Pero cómo continuar con nuestra vida?

Forman parte para hacer un buen duelo las siguientes indicaciones:

– Negar lo que ha sucedido forma parte del proceso, pero ese periodo no debería durar demasiado. Es normal experimentar emociones como tristeza, rabia, frustración y agotamiento, pero hay que acabar por aceptar el suceso.

– Es necesario hablar con naturalidad de la muerte del ser querido con amigos y familiares para asimilar el fallecimiento y mantener el buen recuerdo de esa persona. Compartir anécdotas o rememorar historias ayuda mucho en el proceso de asimilación.

– Ayudar a otras personas que también lidian con la pérdida nos hace sentir útiles, integrados, miembros de un grupo que se necesita mutuamente. Por mucho que nos duela la pérdida, probablemente alrededor nuestro existan personas que nos necesiten, incluso que lo estén pasando peor que nosotros. Ellos son otro motivo para seguir adelante.

Honrar al difunto es motivo de beneplácito y bienestar. Hay muchas maneras de hacerlo: desempolvar fotos de buenos momentos y enmarcarlos, poner su nombre a un recién nacido o realizar en su memoria acontecimientos conjuntos para recordarlo son algunos ejemplos de ello.

– Aunque es complicado al principio, comer bien, hacer ejercicio y descansar adecuadamente le ayudará a sentirse mejor para poder hacerse cargo de la situación.

– Si tras un tiempo considerable siente que sus emociones le abruman o que no puede superarlas, hablar con un profesional experto en psicología le ayudará a lidiar con sus sentimientos y recuperar el rumbo para salir adelante.

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