Juan Sánchez Lebrero, psicólogo en San Fernando, Cádiz
Como psicólogo en consulta veo con frecuencia a chicos y chicas con un miedo terrible a dejarse llevar por sus sentimientos. Y es que la mente humana es tan sofisticada que a veces nos complica la vida desarrollando miedos irracionales basándose en elementos que no son objetivos. Como ejemplo tenemos a las fobias, que suelen estar basadas en anticipaciones a hechos que no han ocurrido todavía y donde la capacidad humana de pensar en conceptos complejos nos lleva a un miedo específico basado en ideas abstractas.
Y atajando al tema que nos ocupa, el miedo al amor se llama filofobia. Es algo que puede hacer que nos aislemos y rechacemos cualquier posibilidad de conocer a nuevas personas por el terror que produce la posibilidad de establecer un lazo emocional con alguien y todo lo que ello conlleva, como entre otras cosas ser rechazados.
En definitiva, es un trastorno de ansiedad que puede tener un efecto importante en la vida social y emocional de la persona que lo sufre, llegando incluso en casos graves no solamente a evitar amores potenciales, sino que puede dejar de relacionarse con la gente de su entorno como compañeros de trabajo, amigos y familiares. Para la gran mayoría de las personas, enamorarse puede ser una de las experiencias más increíbles que podemos sentir, pero para un filofóbico puede convertirse en un gran problema, produciendo una terrible sensación de malestar y niveles altos de estrés emocional y físico. Es típico del filofóbico vivir relaciones sin compromiso, hablar poco de sí mismas, evitar mostrarse como es, poner una barrera infranqueable para no sentirse vulnerable… convirtiendo así sus relaciones en una montaña rusa de emociones con subidas y bajadas constantes.
Si experimentas este tipo de fobia, aquí van unos consejos de lo que debes hacer para vencerla:
–Vivir el presente, ya que para tratar de tener cierto control emocional se debe vivir la relación día a día. Hay que procurar dejar atrás pensamientos irracionales creados por experiencias pasadas y expectativas futuras. Cada situación y persona es distinta a las demás, por ello debemos centrar nuestra atención en el momento presente sin ver más allá. De esta manera, controlaremos la ansiedad asociada a esta fobia.
–Expresar temores, ya que la comunicación es un factor clave en toda relación y para poder sentirnos más fuertes a la hora de afrontarlo debemos hacer partícipe a nuestra pareja o familiares de lo que nos sucede. Hacer conocedora de nuestros miedos a otra persona de confianza, nos ayudará a que entiendan mejor nuestras reacciones y por tanto la tensión emocional se verá reducida.
–Exponerse al miedo, ya que en casos menos severos del trastorno la simple exposición al miedo es una buena manera de vencerlo. En muchas ocasiones pensamos demasiado en las consecuencias negativas y luego nos damos cuenta de que no era para tanto. Salir huyendo o evitando estas situaciones lo único que provocará es que este trastorno se reafirme más y siga vivo. Por tanto, no nos podemos negar a vivir un amor sólo porque nos produzca miedo.
–Concederse el tiempo necesario, ya que este tipo de bloqueos emocionales suelen ocurrir porque tenemos, todavía, algunos episodios dolorosos que nublan nuestra mente. No es buena idea que queramos superar nuestros temores de un día para otro. Los conflictos emocionales pueden tardar algunos días, semanas e incluso meses en ir cicatrizando. Date el tiempo necesario para enfocar correctamente tu vida, no te agobies por algo que el tiempo poco a poco irá solucionando.
–Acudir a un profesional, siempre que no sea posible superarlo solo. La terapia cognitivo-conductual ha demostrado ser muy eficaz en la superación de trastornos fóbicos.
Así pues, la Filofobia puede llegar a convertirse en un problema incapacitante para la persona que lo sufre, siempre que su intensidad sea muy elevada. Saber detectar este problema y decidirse por abordarlo a través de la psicoterapia es el primer paso para mitigar sus síntomas y volver a abrazar una forma de vida capaz de generar felicidad.