Juan Sánchez Lebrero. Psicólogo en San Fernando.

 Voy conduciendo por un carril de tres vías cerca de mi ciudad. Semáforo en rojo. Miro a la izquierda y veo a los conductores de los dos coches de al lado escribiendo por el móvil mientras esperan como yo que se ponga en verde. Miro por el retrovisor y veo lo mismo del resto de conductores. Unas semanas después estoy en la sala de espera de un hospital. Nada grave por cierto. Mientras esperaba comprobé como todo el mundo a mi alrededor, sin excepción, tenía el móvil en la mano, cada uno de ellos metidos en su pompa de jabón absorbidos por sus smartphones.

¿Qué está pasando? ¿Es la nueva droga del siglo XXI? Un estudio reciente indicó que un 43% de las personas encuestadas con edades comprendidas entre los 16 y los 50 años utilizaban sus teléfonos móviles aproximadamente 5 horas al día. Alarmante dato. ¿Estamos dando buen ejemplo a los que vienen detrás? Hace mucho que quedó lejos el que te dejaran recados en casa si te llamaban y no estabas. El móvil hizo que tuviéramos más independencia. Además poco a poco fueron llegando internet, los ordenadores portátiles, las tablets y los smartphones, toda una tecnología que nos hace más fácil comunicarnos, informarnos e incluso divertirnos, todo está al alcance de un click. Genial pero…¿puede volverse en nuestra contra?

Hay una sutil barrera que separa la maravilla que supone la tecnología, de la adicción. Por ello hay que tener mucho ojo sobre todo con los más pequeños que la utilicen, ya que además de la propia adicción que puede suponer de por sí, pueden encontrarse añadidos como la pornografía en internet o el contacto con personas desconocidas a través de redes sociales. Pero yendo al meollo de la cuestión, ¿es exagerado comparar la tecnología con una droga? Seguramente no, pero sólo cuando experimentamos un deseo incontrolable de usar internet alterando el habitual funcionamiento fisiológico, psicológico y comportamental. Es decir, cuando se nos estropea el móvil y al poco tiempo tenemos una cierta ansiedad, pensamientos repetidos sobre si alguien nos estará hablando por whatssap y cuantos mensajes habrá en la bandeja de entrada y todo eso nos haga estar de mal humor. ¿Os ha pasado? Se llama dependencia y síndrome de abstinencia, mal asunto…

Pero por regla general no hay que alarmarse. Vivimos en la cultura del ocio y de lo cómodo, seguramente todo esto se ha integrado en nuestra sociedad consumista y quizá podríamos considerarlo una droga blanda. Pero como tal hay que tener especial cuidado si se repiten una serie de patrones, ya que pueden indicar indicios de problemas mayores, y esto vale para todas las edades. Pero ¿Cuáles son estos patrones peligrosos?

-Sustituir las obligaciones diarias y las relaciones familiares y sociales por algún tipo de tecnología, deteriorándolas o incluso haciéndolas prácticamente inexistentes.

-Necesitar cada vez periodos más largos delante del ordenador, tablet, móvil o consola de videojuegos, siendo incapaz de ponerle límites, haciendo de internet el elemento central del día a día, utilizando incluso excusas y pretextos falsos para justificar su uso.

-Que todo ello produzca un detrimento significativo en la calidad de vida de la persona.

Si pese a todo ello el comportamiento continúa, tendremos un claro caso de adicción a algún tipo de tecnología, cada vez más frecuente en la consulta del psicólogo. Es curioso ver como normalmente se enmascaran otro tipo de problemas, como la exclusión social, la falta de habilidades comunicativas, la baja autoestima o los problemas afectivos entre otros.

¿Cómo podemos prevenirlo o darle solución?

-Establecer un hábito o rutina en nuestro día a día que nos permita una estabilidad mental es muy importante. Esto hará más fácil cumplir con nuestras obligaciones y no flirtear demasiado con lo que nos pueda entretener de su cumplimiento.

-Poner límites a la tecnología, como por ejemplo sólo utilizar lo indispensable el teléfono si estamos en una reunión con amigos, no utilizarlo si estamos comiendo, o establecer el tiempo que tiene un adolescente para jugar a la consola o utilizar el ordenador para el ocio.

-Son fundamentales tener alternativas de ocio sanas como dedicarle tiempo a la familia o a hacer deporte, que además nos hace segregar endorfinas ayudándonos a estar más alegres y sociables.

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