Juan Sánchez Lebrero. Psicólogo en San Fernando, Cádiz.

Estamos acostumbrados a emplear la palabra bipolar con demasiada frivolidad sin tener en cuenta realmente lo que reporta, y esto puede ser fuente de equívoco. Coloquialmente se etiqueta a una persona como bipolar cuando tiene un humor cambiante, pasando de la tristeza a la alegría y de la alegría al enfado en cuestión de pocos minutos, de manera impulsiva e impredecible. Ser bipolar implica, también en su significado más popular, pasar del amor al odio en las relaciones sociales. En definitiva, se utiliza como sinónimo a una gran inestabilidad emocional y cambios súbitos en la conducta de la persona que desconciertan a todo el mundo.

La realidad es que como psicólogo en consulta veo este trastorno con frecuencia, y no tiene nada que ver con lo definido anteriormente. Quien lo sufre suele asustarse cuando explico lo que le ocurre, pero forma parte de la terapia entender lo que sucede para poder identificarlo y trabajar en la mejoría. La bipolaridad debe entenderse como un concepto ligado a lo que se conoce como Trastorno bipolar, y el propósito de este artículo es hacer una descripción de algunas manifestaciones conductuales típicas del mismo para ayudar a reconocerlo rápida y efectivamente por parte de familiares o amigos de la persona afectada, incluso del mismo paciente, facilitando así la ayuda necesaria mediante un especialista en salud mental.

¿Qué es el Trastorno Bipolar? Es una alteración rara e incapacitante en algunos aspectos, que vuelve ingobernable el estado anímico de quien la padece. Se trata en realidad de una alteración mixta, que combina episodios depresivos en distintos grados, que pueden durar meses enteros, con episodios de manía, que suelen durar días o semanas. Pero, ¿qué es esto de la manía?

Prácticamente todos sabemos a grandes rasgos qué es la depresión: un trastorno del estado de ánimo en el que la tristeza, frustración o incapacidad para experimentar sentimientos vinculados a la alegría resulta incapacitante para la persona que lo vive. Pues la manía es todo lo contrario, ya que consiste en un estado de alegría exacerbada. Durante el ciclo de depresión, la persona bipolar se siente hundida y desesperanzada, apática, llegando a perder en algunos casos el interés por cuestiones básicas para la supervivencia, como alimentarse. Pero cuando la persona con trastorno bipolar se recupera de esa tristeza, invariablemente se va al otro extremo, a la alegría patológica comúnmente denominada manía. De ahí el término “bipolar”.

El estado maníaco puede ser peligroso, ya que la persona se siente eufórica, rebosante de energía, y puede llevarle a cometer imprudencias y extralimitaciones. Por ejemplo el pensamiento se acelera, al igual que la fluidez verbal, que muchas veces llega a convertirse en una verborrea imparable. Esto puede desembocar en bromas y chistes desubicados que el individuo no alcanza a reconocer como tales, considerándolos sumamente divertidos. Suele no sentir la necesidad de dormir y aumenta su sociabilidad desenfrenadamente, lo que le lleva a hacer amigos con facilidad. Las relaciones sexuales pueden ser indiscriminadas y sin ningún tipo de protección, ya que aparece cierta sensación de valentía e invulnerabilidad. Incluso hay casos de personas que siendo heterosexuales en estado normal, se embarcan en relaciones homosexuales incitadas por la pura curiosidad, y la abrumadora necesidad de explorar nuevas vivencias que hagan circular la adrenalina por su torrente sanguíneo. También hay peligro de abusar de sustancias como el alcohol o las drogas, conducir temerariamente a alta velocidad o de desafiar toda forma de autoridad haciendo justicia a un acusado sentimiento de omnipotencia. Resulta también común que la persona interprete de manera equivocada aquellos comentarios ambiguos que puedan hacer los demás entendiendo que son ofensas personales desatando su furia.

Cabe decir que dentro de la bipolaridad hay dos tipos, y que también existe la ciclotimia como trastorno menor aunque más cronificado, de los que hablaré en siguientes artículos. Pero sea cual sea la etiqueta que le pongamos, si sabemos de alguien con más de un síntoma arriba indicado, lo más conveniente es hacer saltar la alarma. Podemos ser bipolares sin haber llegado a saberlo nunca.

Abrir chat